Monday, July 13, 2009

 

Teníanos

Desde hace ya varios meses, he tenido que controlar los comentarios en el blog, principalmente por dos razones: entra demasiado spam (que me toma mucho tiempo borrar) y han empezado a aparecer algunos comentarios injuriosos (y no quiero que estos aparezcan ni un segundo aquí). Mis disculpas a quienes dejan comentarios, si es que no los incorporo con la rapidez que debiera. Acabo de aceptar todos, excepto uno, porque este último insulta a varias personas, incluso a algunas que yo ni siquiera conozco. Pero hay una frase en el texto rechazado que me ha llamado la atención. Su anónimo autor se queja de que yo:
pierda el tiempo escribiendo necedades [...] llorando por los pobrecillos indiecillos
La frase es terrible por varias razones. En primer lugar, porque presupone que llorar por las desgracias ajenas es una necedad. O más exactamente, asume que preocuparse por las desgracias de ciertas personas es una necedad. O incluso peor, parece suponer que aquellos a quienes el texto llama los pobrecillos indiecillos no son personas, o al menos, no son personas por cuyas desgracias valga la pena preocuparse. Tal premisa debe ser, por supuesto, rechazada tajantemente. Es perfectamente legítimo defender a quienes son agredidos, especialmente cuando esas agresiones forman parte de un discurso más amplio de discriminación y apartamiento (discurso al que esas expresiones también pertenecen, como claramente muestra el epíteto subrayado en azul).

La segunda premisa del comentario es igualmente peculiar. Implícita en esas frases está la idea de que yo escribo este blog meramente para defender a ciertos grupos, para hacer política, digamos. Pero eso no es lo que aquí hago. Al contrario, uno de los propósitos centrales de este blog es denunciar el uso interesado que se hace de la idea de "corrección" lingüística; es decir, se trata de criticar el abuso de ciertas afirmaciones pseudo-lingüísticas, abuso llevado a cabo con fines evidentemente políticos y/o discriminatorios. El incidente Supa-Correo es bastante claro al respecto: el diario censura la forma de hablar de la congresista simplemente para ridiculizar a una adversaria política.

Pero Correo no es el único que actúa así. Ni las víctimas son siempre las personas menos favorecidas o los congresistas de oposición. Por ejemplo, el fin de semana pasado, el columnista César Hildebrandt escribe esto sobre el recién nombrado Primer Ministro:

Velásquez Quesquén, que dice “teníanos” cuando quiere decir “temíamos” y persiste en decir “teníanos” cuando quiso decir “teníamos” [...] Y es que Velásquez Quesquén da vergüenza. No sólo es su ignorancia moldeada a la sombra de los algarrobos [...]
César Hildebrandt. Vienen tiempos oscuros. La Primera 11 de julio del 2009
La estrategia es la misma: si una persona habla diferente, entonces es un ignorante. Y la mirada de desprecio étnico no es más tenue: a la sombra de los algarrobos es una clara alusión al origen norteño del Primer Ministro, a su apellido mochica (Quesquén) y al color de su piel (nótese además que el título del artículo es "Vienen tiempos oscuros").

No he podido encontrar ningún video, audio o texto donde Javier Velásquez Quesquén use esas expresiones (agradecería que alguien me los haga llegar), pero por supuesto no lo pongo en duda. El cambio de teníamos a teníanos es una instancia de un interesantísimo proceso al interior del español, cuyo alcance no se conoce del todo, pero que ya ha despertado la atención de los lingüistas más notables.

La idea central es la siguiente: no solo existe concordancia entre el sujeto y el verbo (como en Nosotros vimos, donde el sufijo -mos expresa la concordancia con el sujeto Nosotros), sino que además existe concordancia entre el verbo y el objeto (como en En el espejo nos vimos a nosotros mismos, donde el clítico nos expresa la concordancia con el objeto a nosotros mismos). Noten que -mos y nos no solo se pronuncian de manera muy parecida sino que cumplen un rol sintáctico muy similar también: ambos expresan la concordancia entre el verbo y sus argumentos. En consecuencia, surge la posibilidad de intercambiarlos, produciendo formas como hacíanos, pensábanos, teníanos... Un proceso que se está haciendo regular en muchos dialectos, y que ha llegado inclusive a los grupos con educación universitaria.

Lo notable en teníanos es que un clítico (nos) puede comportarse como un sufijo (-mos): esto refuerza la idea de que existe una estrecha relación entre los clíticos y la concordancia. Incluso más interesante, el fenómeno no se limita simplemente al intercambio entre estas dos formas. Existen otros fenómenos similares, que pasan más desapercibidos pero que son también fruto del mismo proceso de reordenamiento de los marcadores de concordancia que ciertos dialectos del español parecen estar atravesando .

Por ejemplo, cuando se juntan en forma sucesiva los dos elementos, los sufijos verbales y los clíticos, el sufijo de plural salta del verbo al clítico, como en: véndanlo > véndalon. En este caso, -n, que expresa plural en el verbo se pasa al lado del clítico, sin alterar el significado (es decir, sigue siendo algo como "ustedes vendan eso" y no algo como "usted venda esos"). En forma similar, la marca de plural del primer clítico se salta al segundo clítico cuando hay dos en secuencia, como en: véndanoslo > véndanolos (y en ambos casos quiere decir "véndanos usted eso" y no "véndanos usted esos").

Otro caso, ampliamente extendido en el español, es la aparición de una marca de plural en el clítico de objeto directo, cuando esta corresponde semánticamente al objeto indirecto. Por ejemplo, cuando decimos "Les vendí el carro", el objeto directo es el carro (que está en singular) y el objeto indirecto es el clítico Les (en plural). Si queremos expresar lo mismo usando dos clíticos, Les se cambia a Se y el carro debería ser reemplazado por lo, produciendo la secuencia Se lo vendí, queriendo decir "Les vendí el carro (a ellos)". Sin embargo, esto no es lo que normalmente ocurre; más bien la secuencia que se produce en muchos dialectos del español es Se los vendí, es decir, con la marca de plural en el objeto directo los, cuando en verdad el objeto directo es singular (Se los vendí, en este caso, todavía puede querer decir "Les vendí el carro" y no solamente "Le vendí los carros" o "Les vendí los carros"). La razón para el salto parece clara: el clítico se no puede recibir plural (no se dice *Ses lo vendí) , así que -s se salta al clítico de objeto directo lo: Se los vendí. Este fenómeno es un procedimiento bastante general en el español latinoamericano, extendido hasta las clases más cultas y educadas---el profesor José Luis Rivarola, miembro de la Academia Peruana de la Lengua, ha dedicado un pequeño pero ilustrativo artículo sobre el uso de esta alternacia en las novelas de Mario Vargas Llosa (ver: Rivarola (1985) Se los por se lo. Lexis 9:239-244).

El teníanos del Primer Ministro no es pues fruto de ignorancia alguna. Al contrario, son quienes lo denuncian como tal quienes ignoran que forma parte de un proceso general que revela complejas relaciones estructurales entre los morfemas de concordancia verbal, tanto sufijos como clíticos---para un análisis de la enorme importancia teórica de estos procesos, los interesados pueden leer este artículo de dos profesores de MIT: James Harris and Morris Halle (2005) Unexpected Plural Inflections in Spanish: Reduplication and Metathesis. Linguistic Inquiry,36:2. Los fenómenos mencionados anteriormente están ampliamente extendidos en Latinoamérica (de México a Chile) y algunos incluso se presentan en ciertas regiones de la Península Ibérica.

César Hildebrant no es el único en emplear el señalamiento de una diferencia gramatical como herramienta para la ridiculización de un adversario político, en este caso Velásquez Quesquén. El blogger Marco Sifuentes hasta llega a proponer "Teníanos" como una chapa para el Primer Ministro:
El popular “Teníanos” (esa chapa es fina) como premier hubiera sido impresentable [...]
Marco Sifuentes. Utero, 7 de julio del 2009

[...] Manolo Rojas (a) “Teníanos” (a) “Velásquez Quesquén” no será premier sino “quemier” [..] Teníanos, más que jorgista o mulderista, es alanista.
Marco Sifuentes, Utero, 11 de julio del 2009
Esto no es diferente de burlarse de la forma de hablar de la congresista Supa. Que Supa sea de la oposición y Velásquez Quesquén sea oficialista no autoriza a nadie a burlarse de su forma de hablar. De lo contrario, estamos cometiendo la misma falacia del comentario anónimo que mencionamos al principio, solo que al revés. Estaríamos diciendo que solo podemos "llorar por los pobrecitos indiecillos", y por nadie más. Eso no es menos prejuicioso y discriminador que su contrario. La actitud adecuada consiste precisamente en reflexionar acerca del hecho de que los hablantes tienen diferentes formas de expresión, y que no todos van a hablar exactamente como nosotros. Debemos comprender que quienes hablan diferente lo hacen siguiendo procesos y reglas que son tan complejas como las reglas y procesos que nosotros seguimos en nuestra forma de hablar. Que hablar diferente no es una forma de ignorancia. Es, de hecho, un saber, una forma de conocimiento, tan rico y complejo como el nuestro.

No tendríamos que burlarnos del Primer Ministro porque, como muchos otros de nuestros compatriotas, dice teníanos en vez de teníamos. Al contrario, lo mismo que en el caso de la congresista Supa, tendríamos que alegrarnos de que quien pertenece a estos grupos generalmente fuera de la escena oficial (como su forma de hablar claramente revela), alcancen posiciones que les permiten incorporar su punto de vista en la administración del poder---todo eso, por supuesto, sin perjuicio de la necesaria crítica y denuncia política, que debería hacerse sin recurrir a los lamentables mecanismos que aquí condenamos.

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